Historia de la patata
Para encontrar los orígenes de la patata debemos viajar hasta la cordillera andina en tiempos del conquistador Francisco Pizarro, allá por el siglo XVI. Andaba este intrépido personaje español en las andanzas de conquista de lo que hoy es Perú, cuando se dio cuenta de que los indios lograban sobrevivir en esos lugares de climatología extrema comiendo unos tubérculos que sembraban dónde y cómo podían.
Para muchos historiadores el mayor tesoro que encontró Pizarro no fueron ingentes cantidades de oro, ni su mayor proeza colonizar esas tierras, sino haber descubierto la patata.
Después de extenderse por gran parte de Suramérica, los españoles la trajeron a Europa, convirtiéndose en una planta más valorada por su «rareza» que por considerarse comida. De hecho tuvieron que pasar siglos hasta valorarse como el alimento tan importante que conocemos hoy.
La patata fue uno de los primeros cultivos que los españoles introdujimos en Europa tras el descubrimiento del nuevo continente. Se puede decir que por este motivo los españoles causamos una auténtica revolución mundial, ya que estudios demuestran que gracias a la patata, entre 1700 y 1900 se triplicó la población del mundo por su capacidad para alimentar a las personas.
Pero antes del siglo XVIII el cultivo de este tubérculo estaba dedicado a la alimentación del ganado, y para ser más exactos como planta forrajera, ya que los animales comían las hojas sin tocar la patata, y así de ellas volvía a brotar otra planta. Curiosamente las personas comían patatas solo como último recurso, cuando ya no había otra opción para alimentarse.
¿Cuándo comenzaron a popularizarse como alimento?
La patata comenzó a verse como un alimento para la población en épocas de hambruna, principalmente tras muchas de las guerras que asolaron gran parte de la Europa del XVII. En el XVIII fue cuando se asentó en España, convirtiéndose en el principal recurso alimenticio de las clases más pobres.
En sus escritos, Jovellanos apunta que cuantiosos viajeros franceses e ingleses se asombraron de las propiedades de este cultivo, considerándolo con más valor que todo el oro que trajeron los españoles del Nuevo Mundo, dado que este tubérculo suponía la solución para combatir tantas hambrunas que mataban a millones de personas de toda Europa.
Textos extraídos de «El libro de la Patata de Cella e historia del pueblo» de Juan Iranzo.